miércoles, 10 de octubre de 2012

Más que buenas intenciones


Constantemente nos están recordando la importancia de apartar una parte de nuestro ingreso y no gastarlo en la primera oportunidad, es decir, ahorrar. Cada año en las listas de propósitos de año nuevo aparece el ahorro en una posición relevante. En primera instancia suena atractivo ese concepto porque implica que tendré recursos disponibles en un futuro, adicionales a los que obtengo regularmente, sin embargo es también un concepto que en la realidad es más difícil de asumir, más no de llevar a cabo.

¿Y por qué es difícil ahorrar? Porque nos encanta comprar lo que nos gusta y gastar con tal de obtener algo que me hace sentir bien, que me da satisfacción inmediata, que recompensa el esfuerzo que he aplicado en mi trabajo en esta última quincena y porque me lo merezco. ¿O no? Resulta difícil ahorrar porque nadie nos ha enseñado a hacerlo, somos expertos optimizando los recursos de nuestra empresa o para quien trabajamos, sin embargo no tenemos la misma disciplina con nuestras finanzas personales y familiares.

De acuerdo al estudio realizado por la Asociación Mexicana de Afores (Amafore) en 2011, solo el 21% de las personas ahorran en el sistema financiero formal, y aunque a poco más de la mitad (54%) de los encuestados les preocupa o angustia pensar en lo que será de ellos en el futuro por no tener dinero, solo el 28% está planeando o ha hecho planes para cuando llegue el momento de su retiro laboral. Claramente podemos observar que aunque existe el deseo de ahorrar, en la mayoría de las ocasiones esto se queda solamente en buenas intenciones.

Ya sabemos que son muy pocas las personas que ahorran de forma sistemática y constante, como del mismo modo pocos son quienes hacen ejercicio todos los días. ¿Qué implicaciones tiene esto? Una persona que ha descuidado su actividad física se verá inmediatamente impedida a realizar actividades que impliquen un esfuerzo mayor, comparado con alguien que de forma regular se ha ejercitado durante los últimos años.

Esto traducido en términos financieros implica que alguien que no tiene desarrollado el hábito del ahorro, se verá limitado en su margen de maniobra de forma importante. ¿Qué tan relevante puede ser esto? Muy relevante pues quien no comienza a ahorrar de forma oportuna, tiene mayor propensión a desarrollar complicaciones financieras equivalentes a las enfermedades que pueden deteriorar la calidad de vida de quien no cuida su salud física.

Quien no se preocupa por tener una alimentación sana, combinada con un hábito de ejercicio puede exponerse a sufrir un infarto cardiaco por el estrechamiento de las arterias. El mismo caso sucede con quien no cuida sus gastos y tampoco tiene el hábito del ahorro, eventualmente se estrecha el margen de maniobra porque se ejerce una mayor presión sobre el ingreso; esto producirá un infarto a la cartera porque simple y sencillamente no hay el flujo suficiente de dinero para pagar los gastos, lo que obligará a recurrir a dinero que no es propio mediante préstamos, créditos y hasta la pérdida del patrimonio en empeños y ventas por las que no se obtiene el valor real de los bienes. Un verdadero problema.

Solemos pensar que en este momento no es tan importante el ahorro, que tengo algo en el banco o será la tarjeta de crédito que me puede sacar de algún apuro inmediato, y puede ser cierto; lo que debe ocuparnos más que preocuparnos es el hecho que no estamos rejuveneciendo con cada día que pasa y si hoy estamos en plenitud de nuestras facultades laborales y físicas, llegará un día en que esto no será así. La implicación de esto es de gran relevancia económica pues si bien el ingreso aumenta en relación al desarrollo y experiencia laboral, también el gasto aumenta pero el ahorro no.

Parte de la explicación de esta despreocupación acerca del ahorro y la vejez se encuentra en la solidaridad que tenemos en nuestra sociedad, a los viejos se les acepta en casa por el vínculo familiar y emocional. Para la familia no representa mayor complicación mientras no haya gastos importantes a causa de una enfermedad o complicación médica; pero habría que reflexionar lo que representa para un anciano vivir en una casa que no es suya, sin poder tomar decisiones porque no es él quien sustenta al menos sus gastos y sujeto a lo que alguien más decida que es mejor para él o para ella. En muchas ocasiones se llega al final de la vida con una condición económica totalmente dependiente como lo señala el Instituto Nacional de Geriatría.

¿Entonces por qué no ahorramos? La respuesta es simple, no se nos enseña a ahorrar aunque constantemente los padres nos insistan en eso cuando somos pequeños, pero la enseñanza que deja un mayor impacto en nosotros es el ejemplo, y no lo estamos recibiendo, ni dando a tiempo.

En la encuesta que realizó Amafore en octubre de 2012 acerca del pensamiento de los universitarios en relación al ahorro y futuro podemos ver claramente que aún hoy en día jóvenes que por cursar una carrera universitaria se asume que tienen un mayor conocimiento universal, no ahorran porque prefieren gastar el dinero que obtienen ya sea de sus padres o como salario por el trabajo que desempeñan. Es muy interesante darnos cuenta que en este aspecto no se trata de capacidad económica, sino de falta de educación financiera personal.

“Me interesa el futuro porque es el sitio a donde voy a pasar el resto de mi vida” es lo que dice Woody Allen, y a nosotros debería interesarnos también. El futuro está más cerca de lo que imaginamos. Tan solo para el 2030, el Consejo Nacional de Población proyecta que habrá el doble del número de personas mayores de sesenta años en relación a las que actualmente viven, es decir más de seis millones de adultos mayores. ¿Cuántos de estos millones serán económicamente independientes? Vale la pena preguntarnos de qué lado estará cada uno de  nosotros, si de los que hicimos nuestra tarea a tiempo o de los que quisieron hacer todo al último momento, y fallaron.

El ahorro no tiene por qué ser un concepto solamente, es mucho más sencillo de materializar tan solo es necesario comenzar y continuar, en un principio es muy probable que duela mientras te acostumbras pero puedes elegir sufrirlo o disfrutarlo; es como volver a hacer ejercicio después de algún tiempo, al principio dolerá porque estás utilizando partes de tu cuerpo que habías descuidado pero conforme avances y seas constante verás que puedes llegar más lejos, que puedes llegar a donde quieres estar.

Las herramientas y los medios están disponibles para que podamos acumular el capital que queremos o que necesitamos, es solo una decisión que se debe tomar para que empiece a suceder, para que este año lo consigas y que realmente resulte en algo más que buenas intenciones.

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