Constantemente nos
están recordando la importancia de apartar una parte de nuestro ingreso y no
gastarlo en la primera oportunidad, es decir, ahorrar. Cada año en las listas
de propósitos de año nuevo aparece el ahorro en una posición relevante. En
primera instancia suena atractivo ese concepto porque implica que tendré
recursos disponibles en un futuro, adicionales a los que obtengo regularmente,
sin embargo es también un concepto que en la realidad es más difícil de asumir,
más no de llevar a cabo.
¿Y por qué es difícil
ahorrar? Porque nos encanta comprar lo que nos gusta y gastar con tal de
obtener algo que me hace sentir bien, que me da satisfacción inmediata, que
recompensa el esfuerzo que he aplicado en mi trabajo en esta última quincena y
porque me lo merezco. ¿O no? Resulta difícil ahorrar porque nadie nos ha
enseñado a hacerlo, somos expertos optimizando los recursos de nuestra empresa
o para quien trabajamos, sin embargo no tenemos la misma disciplina con
nuestras finanzas personales y familiares.
De acuerdo al estudio
realizado por la Asociación Mexicana de Afores (Amafore) en 2011, solo el 21% de
las personas ahorran en el sistema financiero formal, y aunque a poco más de la
mitad (54%) de los encuestados les preocupa o angustia pensar en lo que será de
ellos en el futuro por no tener dinero, solo el 28% está planeando o ha hecho
planes para cuando llegue el momento de su retiro laboral. Claramente podemos
observar que aunque existe el deseo de ahorrar, en la mayoría de las ocasiones
esto se queda solamente en buenas intenciones.
Ya sabemos que son
muy pocas las personas que ahorran de forma sistemática y constante, como del
mismo modo pocos son quienes hacen ejercicio todos los días. ¿Qué implicaciones
tiene esto? Una persona que ha descuidado su actividad física se verá
inmediatamente impedida a realizar actividades que impliquen un esfuerzo mayor,
comparado con alguien que de forma regular se ha ejercitado durante los últimos
años.
Esto traducido en
términos financieros implica que alguien que no tiene desarrollado el hábito
del ahorro, se verá limitado en su margen de maniobra de forma importante. ¿Qué
tan relevante puede ser esto? Muy relevante pues quien no comienza a ahorrar de
forma oportuna, tiene mayor propensión a desarrollar complicaciones financieras
equivalentes a las enfermedades que pueden deteriorar la calidad de vida de
quien no cuida su salud física.
Quien no se preocupa
por tener una alimentación sana, combinada con un hábito de ejercicio puede
exponerse a sufrir un infarto cardiaco por el estrechamiento de las arterias.
El mismo caso sucede con quien no cuida sus gastos y tampoco tiene el hábito del
ahorro, eventualmente se estrecha el margen de maniobra porque se ejerce una
mayor presión sobre el ingreso; esto producirá un infarto a la cartera porque
simple y sencillamente no hay el flujo suficiente de dinero para pagar los
gastos, lo que obligará a recurrir a dinero que no es propio mediante
préstamos, créditos y hasta la pérdida del patrimonio en empeños y ventas por
las que no se obtiene el valor real de los bienes. Un verdadero problema.
Solemos pensar que en
este momento no es tan importante el ahorro, que tengo algo en el banco o será
la tarjeta de crédito que me puede sacar de algún apuro inmediato, y puede ser
cierto; lo que debe ocuparnos más que preocuparnos es el hecho que no estamos
rejuveneciendo con cada día que pasa y si hoy estamos en plenitud de nuestras
facultades laborales y físicas, llegará un día en que esto no será así. La
implicación de esto es de gran relevancia económica pues si bien el ingreso
aumenta en relación al desarrollo y experiencia laboral, también el gasto
aumenta pero el ahorro no.
Parte de la
explicación de esta despreocupación acerca del ahorro y la vejez se encuentra
en la solidaridad que tenemos en nuestra sociedad, a los viejos se les acepta
en casa por el vínculo familiar y emocional. Para la familia no representa
mayor complicación mientras no haya gastos importantes a causa de una
enfermedad o complicación médica; pero habría que reflexionar lo que representa
para un anciano vivir en una casa que no es suya, sin poder tomar decisiones
porque no es él quien sustenta al menos sus gastos y sujeto a lo que alguien
más decida que es mejor para él o para ella. En muchas ocasiones se llega al
final de la vida con una condición económica totalmente dependiente como lo
señala el Instituto Nacional de Geriatría.
¿Entonces por qué no
ahorramos? La respuesta es simple, no se nos enseña a ahorrar aunque
constantemente los padres nos insistan en eso cuando somos pequeños, pero la
enseñanza que deja un mayor impacto en nosotros es el ejemplo, y no lo estamos
recibiendo, ni dando a tiempo.
En la encuesta que
realizó Amafore en octubre de 2012 acerca del pensamiento de los universitarios
en relación al ahorro y futuro podemos ver claramente que aún hoy en día jóvenes
que por cursar una carrera universitaria se asume que tienen un mayor
conocimiento universal, no ahorran porque prefieren gastar el dinero que
obtienen ya sea de sus padres o como salario por el trabajo que desempeñan. Es
muy interesante darnos cuenta que en este aspecto no se trata de capacidad
económica, sino de falta de educación financiera personal.
“Me interesa el
futuro porque es el sitio a donde voy a pasar el resto de mi vida” es lo que
dice Woody Allen, y a nosotros debería interesarnos también. El futuro está más
cerca de lo que imaginamos. Tan solo para el 2030, el Consejo Nacional de
Población proyecta que habrá el doble del número de personas mayores de sesenta
años en relación a las que actualmente viven, es decir más de seis millones de
adultos mayores. ¿Cuántos de estos millones serán económicamente
independientes? Vale la pena preguntarnos de qué lado estará cada uno de nosotros, si de los que hicimos nuestra tarea
a tiempo o de los que quisieron hacer todo al último momento, y fallaron.
El ahorro no tiene
por qué ser un concepto solamente, es mucho más sencillo de materializar tan
solo es necesario comenzar y continuar, en un principio es muy probable que
duela mientras te acostumbras pero puedes elegir sufrirlo o disfrutarlo; es
como volver a hacer ejercicio después de algún tiempo, al principio dolerá
porque estás utilizando partes de tu cuerpo que habías descuidado pero conforme
avances y seas constante verás que puedes llegar más lejos, que puedes llegar a
donde quieres estar.
Las herramientas y
los medios están disponibles para que podamos acumular el capital que queremos
o que necesitamos, es solo una decisión que se debe tomar para que empiece a
suceder, para que este año lo consigas y que realmente resulte en algo más que
buenas intenciones.